lunes, 20 de diciembre de 2010

Disfunción Orgásmica en la década


La disfunción orgásmica, conocida anteriormente como Frigidez, es la dificultad o la incapacidad de una mujer para alcanzar el orgasmo luego de una estimulación sexual que pueda considerarse adecuada.

Esta condición debe presentarse cuando lo intenta ella sola o cuando mantiene relaciones sexuales con una pareja. Entre las causas de este problema tenemos: antecedentes de abuso sexual o violación, aburrimiento y monotonía en la actividad sexual, trastornos hormonales en la mujer joven, cambios hormonales debido a la menopausia y enfermedades crónicas que afectan la salud general.

También actitudes negativas hacia el sexo (normalmente aprendidas en la niñez o la adolescencia). Timidez para solicitarle a la pareja cualquier tipo de estimulación que funcione mejor. Y, por último, conflictos o falta de cercanía emocional en la relación de pareja.La adecuada información sexual en las mujeres con este problema sobre cómo estimularse y cómo alcanzar el orgasmo minimizaría los problemas. 

Las mujeres que le comunican claramente sus necesidades y deseos sexuales a su pareja, ya sea en forma verbal o no, experimentarían disfunción orgásmica con menos frecuencia. El tratamiento debe incluir educación sexual, terapia cognitiva y conductual, enseñanza en la forma de cómo obtener orgasmos enfocándose en estimulación agradable y masturbación efectiva.

La mayoría de las mujeres requiere estimulación del clítoris para alcanzar un orgasmo y la incorporación de este aspecto en la actividad sexual puede ser todo lo que se necesita. Es importante enseñarle a la mujer a masturbarse ya que esta técnica puede ayudarla a comprender lo que necesita para excitarse sexualmente sola o con pareja.


Fuente: Revista Dominical escrito por Dr Miguel Sira

viernes, 19 de noviembre de 2010

En el sexo, las mujeres son más táctiles y los hombres más visuales

Si nos preguntamos por qué los hombres disfrutan de la pornografía mientras que las mujeres optamos por los libros románticos con algún que otro episodio erótico, una sencilla explicación puede darnos la respuesta. Las mujeres buscamos una relación, mientras que los hombres se conforman con el sexo y, mientras que a ellos les excita la fotografía de una mujer desnuda, a nosotras nos resultaría indiferente un desnudo y en cambio verle a ese hombre con una mujer nos gustaría por el simple hecho de que nos hace pensar que se trata de una relación.

Lo visual y lo táctil


Los hombres son mucho más visuales que las mujeres, y esto lo demuestra un estudio de 1920, realizado a cientos de americanos y americanas. Helen Fisher, en su libro 'El primer sex'o, explica cómo el 65 por ciento de los hombres entrevistados admitía haber cotilleado a través de la ventana de su dormitorio, mientras que tan sólo dos de cada diez mujeres lo habían hecho.

El efecto de una imagen erótica no es tan impactante para una mujer, quien necesita en una película pornográfica algún argumento o una historia romántica. El hombre, en cambio, se limita a disfrutar de las escenas sexuales. Nuestras fantasías incluyen, por lo general, palabras de afecto y un compromiso. Las mujeres somos más físicas: en una fantasía, percibimos el olor de una vela encendida, o una balada de fondo, y en una relación sexual preferimos un abrazo y los besos.

El físico versus la permanencia


Incluso otra explicación podría establecer el por qué de esta diferencia. Un hombre ve con sus propios ojos si una posible pareja es fuerte, rápida, joven. Y si tiene en cuenta el tamaño del pecho, es porque pensará que su hijo tendrá la alimentación óptima. En definitiva, puede determinar de forma visual si con la candidata podría tener unos hijos sanos.

Las mujeres, en cambio, prefieren comprobar que el hombre con el que mantienen una relación no es sólo fuerte, rápido y joven, sino que seguirá a su lado para ofrecerle seguridad y protección y para cuidar de sus hijos. En síntesis, quiere comprobar que no se irá. Es por esta razón por la que muchas mujeres esperan hasta conocer bien a un hombre, hasta saber que de verdad siente algo fuerte por ella, antes de tener la primera relación sexual.

Es una realidad que los hombres son más visuales en el sexo mientras que las mujeres somos más táctiles, pero estas explicaciones nos llevan a descubrir que somos, por qué no decirlo, totalmente diferentes y también compatibles. Y tal vez sea cierto: ellos de Marte y, nosotras, de Venus.

martes, 9 de noviembre de 2010

Posturas sexuales para estimular el punto G

Hay muchas posiciones sexuales que estimulan el punto G femenino, y el más común probablemente es el misionero. La mujer se tumba boca arriba mientras él se encuentra encima de ella y le mira de frente. La posición del perrito también sirve para cumplir el mismo objetivo: la mujer se pone de rodillas a cuatro patas, dándole la espalda a su chico, quien se encuentra también de rodillas. La famosa postura de la cucharatambién es ideal, pues ambos se tumbarán de lado, hacia la misma dirección, y el hombre le penetrará desde atrás. Estas son las tres posturas sexuales más famosas, pero ¿conoces otras posiciones que también estimulan el punto G? ¿Te atreves a vencer tu timidez y descubrirlas?


La amazona


Con la postura de la amazona, la mujer se sienta a horcajadas sobre el hombre y ambos se mueven frente a frente. Es ideal para que ella pueda marcar su propio ritmo.

La balanza


Una posición muy recomendada para que tu chico pueda acariciarte tanto el pecho como el clítoris, es la balanza. Tu pareja puede sentarse donde más cómodo esté, y tú te sientas encima de sus muslos y te mueves a tu propio ritmo.

La unión del emú


La unión del emú es muy placentera, y en esta postura tu pareja será quien se moverá a su propia velocidad. Ambos estaréis de pie, y le darás la espalda a tu chico mientras él te penetra desde atrás. Puedes bajar la parte superior de tu cuerpo para estimular más tu punto G.

El elefante


La postura del elefante es similar a la del perrito, pero tal vez más cómoda. La mujer se tumba en la cama boca abajo con las piernas abiertas, mientras que su pareja se tumba encima de ella, boca abajo también y con sus piernas entre las suyas. El hombre realizará todos los movimientos.

La postura más profunda


La posición de profundidad total se logra con la mujer tumbada boca abajo, separando sus piernas y situándolas sobre los hombros de su pareja. Es una de las posturas más excitantes y placenteras para una mujer.

El abrazo


Otra postura totalmente recomendable es la del abrazo, en la que el hombre se encuentra de pie y ella se sujeta a él con ambos brazos rodeando su cuello, mientras que rodea su cintura con tus piernas. Tu pareja puede controlar todos los movimientos.

Existen muchas posturas sexuales además del misionero, el perrito y la cucharita para estimular el punto G femenino, y no hace falta limitarse a estas tres más conocidas. Al probar todas estas posturas sexuales recomendadas, saldremos de la rutina y viviremos unas relaciones sexuales mucho más excitantes.

martes, 2 de noviembre de 2010

Las bolas chinas fortalecen el 'músculo del amor' y mejoran el placer sexual

Todas sabemos que un cuerpo elástico y bien tonificado es más saludable que uno fofo y débil. Ejercitar, por lo tanto, los músculos de la vagina, el vientre y la espalda ayudan a prolongar los años de placer sexual. 

Hablar sobre el 'músculo del amor' desde luego suena más poético que el prosaico 'suelo pélvico' o el técnico 'músculos pubococcígeos', pero estamos en lo mismo: se trata del conjunto de musculatura que cierra la base de la pelvis. Para mayor orientación de las almas curiosas, concretamente se trata de los músculos limitados por la pelvis, los muslos y las nalgas. Sí, estamos en ese sitio, justo donde afloran los genitales, florece la vulva femenina y emergen el pene y los testículos.

En concreto, casi una cuarta parte de las mujeres (y algo más de un tercio entre las de edad avanzada) presenta trastornos del suelo pélvico, siendo el más frecuente la incontinencia urinaria, seguida de la fecal y los prolapsos pélvicos sintomáticos. Tales son las conclusiones de un reciente estudio epidemiológico realizado por investigadores de la Universidad de Utah (Estados Unidos).


Un artilugio saludable


Procedentes de la tradición del Sudeste Asiático, la introducción de las bolas chinas en Occidente se ha convertido en la vertiente lúdica de la prevención de los trastornos del suelo pélvico, pero con énfasis en el disfrute sexual.

La bolas chinas constituyen uno de los artilugios más útiles, propiciando que la mujer haga músculo mientras pasea, va de compras, etc.

Según los expertos, el aumento del tono en el tercio externo de la vagina, la zona correspondiente al músculo del amor, ofrece mayor gama de matices a la experiencia del coito, tanto para ella como para su pareja. Y es sabido también que el placer sexual se enriquece con la variedad y profusión de matices.

Ejercitar los músculos pubococcígeos tiene además un valor añadido. La mujer toma conciencia de su zona genital y la integra en su esquema corporal, propiciándole sensaciones que pueden devenir en un aumento del deseo y el disfrute sexual.

Una estimulación continua


Las bolas chinas son dos esferas que contienen en su interior una más pequeña y que, unidas por un cordón, se introducen en la vagina. Cuando la mujer se mueve al caminar, o al levantarse, chocan ambas bolas entre sí, produciendo una suave y placentera estimulación continua. La vagina se ditala, aumenta la lubricación natural y surgen sensaciones muy agradables que nos hacen sentir mejor y más animadas.

No hay que confundirlas con las 'esferas chinas', que se usan manipulándolas con las manos y sirven para reducir el estrés. Además, te aconsejamos que compres las más pequeñas y de material inerte, como silicona o metal, y no las lleves puestas durante largo tiempo porque desequilibran el pH de la vagina, lo que provoca que proliferen en ella toda clase de hongos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

10 ejercicios para fortalecer la vagina y aumentar el placer

Los ejercicios para fortalecer los músculos de la vagina para aumentar el placer durante el sexo se practican desde hace 3000 años. Nació en India, fue perfeccionada en Japón y Tailandia, y son conocidos como pompoarismo. El pompoarismo o pompoar enseña a la mujer a controlar los músculos vaginales, y su objetivo es intensificar el placer femenino y de la pareja.

Lo ideal es ejercitarse diariamente, por la mañana y por la noche. Haga por lo menos tres series de 15 o 20 repeticiones para cada uno de los ejercicios vaginales. Es muy frecuente sentir dificultades para mover los músculos de la vagina en las primeras tentativas pero no desanime. Vas a notar los resultados positivos en tus relaciones sexuales en las primeras semanas.

1. Siéntate en una silla con las manos apoyadas en la pierna. Mantenga los pies en paralelo y separados por unos 20 centímetros uno del otro. Contraiga los músculos de la vagina como se apretase algo (¡la imaginación es libre!) dentro de ella. Cuenta hasta tres y relaja. Cada día, vas aumentando paulatinamente el tiempo de contracción hasta llegar a contar diez.


2. En la misma posición sentada, contraiga y relaje los músculos de la vagina rápidamente. Para mantener un ritmo, imagina que acompañas una respiración acelerada.

3. Échate en la cama y mantén las piernas separadas y arqueadas. Meta un dedo en la vagina e intenta apretarlo lo máximo que puedas. Caso no sienta presión, introduzca dos dedos. Cuando la musculatura de la vagina esté más rígida, vuelva a probar con un solo dedo.

4. Échate en la cama y mantenga las piernas separadas y arqueadas. Meta un dedo o dos en la vagina e intente chuparlos con los músculos vaginales. Cuente hasta tres y relaje. Parece imposible pero es un ejercicio muy eficaz.

5. Túmbate en una colchoneta de yoga y deje los brazos a lo largo del cuerpo y las piernas flexionadas. En esta posición inicial, contraiga los glúteos y poco a poco eleva la cadera para acabar apoyándose en los hombros y pies. Vuelva despacio a la posición inicial y relaje los glúteos.

6. En la posición inicial anterior, contraiga el ano en tres tiempos, sin relajar. Primero una contracción ligera, seguida de una más fuerte y después una contracción anal de gran intensidad. Inmediatamente después contraiga la vagina como se estuviera succionando algo. Cuente hasta tres y relaje los músculos, primero los de la vagina y después los del ano.

7. De pie y con las piernas un poco flexionadas, pon las manos en cintura y deje los pies en paralelo separados por 20 o 30 centímetros. Contraiga las partes internas de la vagina y mueva tu pelvis hacia adelante y arriba. Cuente hasta tres y relaje.

8. En la misma posición de pie, haga un movimiento continuo y circular, como se jugaras con un aro, solo que en cuatro fases: 1. mueva la pelvis hacia arriba y adelante; 2. Mueva la cadera hacia la izquierda; 3. Empuje el culo para tras; 4. Mueva la cadera hacia la derecha.

9. De pie, con los brazos relajados a los largo del cuerpo, mantenga los pies paralelos e distantes 20 centímetros uno de otros. Contraiga las nalgas e intente unirlas el máximo que puedas. Cuente hasta tres y relaja.

10. En la posición anterior, contraiga e relaja los músculos de la vagina de manera intensa y acelerada siguiendo el compás de una respiración acelerada.

viernes, 8 de octubre de 2010

El papel del clítoris

Conocer el papel del clítoris como punto focal del erotismo sexual femenino, puede ser perturbador para algunas personas, pero es completamente lógico. El glande clitoridiano, tiene el mismo número de terminaciones nerviosas del glande peneano. Trátase de un órgano particularmente sensible. La piel del glande clitoridiano, es derivada del mismo material embrionario que el pene y es el correspondiente erótico funcional de ese órgano masculino. Los bebes femeninos de meses, experimentan excitación erótica por primera vez por la manipulación del clítoris externo y no de la vagina. Es importante señalar, una y otra vez, que la vagina no cuenta en sí misma con tejidos que reaccionen a la estimulación erótica. Toda la excitación, le es "prestada" y transferida por el clítoris. 

Digamos para completar el concepto, que el clítoris no se reduce a aquella pequeña punta que emerge sobre la entrada del conducto vaginal. El clítoris es una estructura grande y compleja, que hunde sus raíces dentro del aparato genital femenino, sobre el techo del conducto vaginal. Está dividido en dos partes, "cabalgando" y "abrazando" la entrada del conducto, de tal manera, que cuando tocamos el clítoris y este se llena de sangre, hace relieve sobre el techo de los primeros milímetros de la vagina. Este es el famoso "Punto G", que ningún ginecólogo puede observar, porque la mujer -en el momento del examen médico-ginecológico- no se encuentra excitada sexualmente. 

En otras palabras, el famoso "Punto G", no es sino el clítoris interno. Tocar el clítoris externo, rozar con el pene o dedos el clítoris interno, "tironear" la apertura de la vagina hacia el ano, son maniobras que tienden a llenar los cuerpos cavernosos del clítoris y por lo tanto, a excitar a la mujer. 
No debería sorprender saber que las mujeres tienen dificultad en alcanzar el orgasmo exclusivamente a través de la estimulación vaginal. Que es la misma dificultad que los hombres tendrían si tuvieran que alcanzar el orgasmo a través de la estimulación exclusiva del escroto, o sea, las cubiertas de piel testiculares. Las mujeres de hecho, tienen umbrales y niveles orgásmicos diferentes. Algunas consiguen tener orgasmo a través de la estimulación clitoridiana. Tales mujeres apenas son el extremo muy amplio de variaciones de la población femenina sexualmente activa.

La gente se sorprende al saber, que solo el 20 al 30 % de las mujeres experimentan el orgasmo con la penetración exclusivamente. Que otro 20 al 30 % de las mujeres alcanzan el orgasmo con la penetración, pero suplementarios con estímulos clitoridianos simultáneos. Y existe también, un grupo de mujeres, quizá otro 20 a 30 % que solo tienen orgasmo sin la penetración, tocándose y acariciándose ellas solas, ya sea delante del compañero, o fuera de él.

En consideración a las cifras y las categorías enunciadas y tomando en cuenta los hechos anatómicos, parece extremadamente lógico y razonable considerar la mayor parte de la anorgasmia coital femenina, como una variante normal de la reactividad femenina y no como una disfunción. La mujer "normal" que no es neuróticamente inhibida, pero posee un nivel y un umbral orgásmico elevado, puede no ser capaz de alcanzar el orgasmo a través del coito, en vista de ese umbral elevado.

Muchos sexólogos suscriben hoy la idea de que buena parte de lo que se acostumbraba a rotular como disfuncional es, en verdad, apenas una variante normal de la reactividad femenina. La idea científica actual es que el grado de reactividad al orgasmo tiene una distribución relativamente normal en la población en general, como ocurre en otras características físicas y respuestas reflejas. Algunas mujeres son naturalmente capaces de llegar al orgasmo por medio del coito, sin ninguna estimulación clitoridiana directa, en tanto que otras, no son capaces de llegar al orgasmo durante el coito con penetración, aún teniendo excitación clitoridiana prolongada.


Fuente: e-sexologia.com

martes, 5 de octubre de 2010

Los orgásmos vaginales son más "maduros" que los clitoridianos

La respuesta orgásmica está caracterizada por una elevación leve de la presión arterial, aumento de la frecuencia del pulso, respiración más profunda y rápida, congestión de los tejidos especiales con sangre (cuerpos cavernosos peneanos y clítoris y zona perivaginal en la mujer) y finalmente, la liberación explosiva de tensión nerviosa acumulada; lo que finalmente, denominamos orgasmo. Esta liberación va seguida de inmediato por un rápido retorno o involución del cuerpo a lo normal, o sea el estado anterior, sin estimulación. La sensación subjetiva de orgasmo está centrada, predominantemente, en la región pélvica, en el pene, en la próstata y en las vesículas seminales en los hombres y en el clítoris, en la vagina y el útero de las mujeres. 
El orgasmo es una experiencia de corta duración, de no más de diez o doce segundos, con una intensidad difícil de explicar en palabras (en castellano, existe una palabra para designar aquello que no puede expresarse, precisamente, en palabras: "inefable"). Es muy probable que si el hambre tuviera que ser satisfecha en un lapso igualmente corto, quizá se experimentaría una reacción con intensidad semejante. A.Kinsey en los años 50, halló que sólo el 70 % de las mujeres lograban el orgasmo durante su primer año de matrimonio. Sin embargo, el 95 % de las mujeres de la muestra estadística, habían obtenido orgasmo posteriormente, en algún momento de la vida. En la actualidad, más de cincuenta años después, la cifra de mujeres con orgasmo, ha aumentado sensiblemente. Tienen orgasmo antes de casarse y luego de casarse. 
En relaciones ocasionales, o de duración prolongada. La creencia en la supuesta "madurez" del orgasmo vaginal, es una creencia que predominó en los primeros cuarenta o cincuenta años del siglo XX. Fue sostenida por S.Freud y produjo infinidad de daños psicológicos, tanto en mujeres como en los hombres. Que las mujeres no tengan la facilidad de tener orgasmo que si tienen los hombres, no tiene nada que ver con el tipo, la manera, el modo de obtenerlos. De hecho, la incapacidad de alcanzar el orgasmo durante el coito, a pesar de una respuesta plena ante otras forma de estimulación sexual, constituye la queja más común de las mujeres que buscan ayuda de los terapeutas sexuales. El bloqueo psicológico y fallas o malos entendidos educacionales, parece ser la respuesta a esa dificultad. Y por supuesto, la presencia en la mente de esas mujeres, del mito que estamos analizando. La cualidad de un orgasmo, es decir, la intensidad, duración y placer global, puede variar de un coito al otro. 
La originalidad y la frecuencia de la ocurrencia, pueden influir sobre la calidad de la siguiente experiencia sexual, como pueden influir también, factores tales como la ansiedad, la culpa, la ira o la depresión. Juegan imporante papel, la indiferencia al compañero y el contexto donde se realiza la relación amorosa. Los orgasmos femeninos, pueden ser obtenidos acariciando el clítoris o la zona aledaña a él. Para ello, debemos advertir, que lo que conocemos por "clítoris", es apenas la parte visible y palpable de un órgano muy complejo y extenso, que hunde sus raíces cabalgando sobre la entrada del conducto vaginal, por detrás de los labios mayores y menores de la vulva. No existe el orgasmo femenino sin la intervención del clítoris. Inclusive en aquellas mujeres que dicen que solo logran el orgasmo con la penetración, se sorprenderían si supieran que lo obtienen, porque el pene roza la entrada de la vagina, y golpetea con el hueso pubiano y las bolsas testiculares la zona de la vulva. Esto quiere decir, que se excita el clítoris de muchas maneras, porque se encuentran en él, los cuerpos cavernosos (igual que en el pene) que se llenan de sangre con la excitación y el roce. 
Aquella región pequeña, que se toca como una pequeña fosita en el techo del conducto vaginal en la entrada del mismo, el famoso "punto G", no es sino, el clítoris interno, que hace relieve, cuando la mujer se encuentra excitada sexualmente, sobre la vagina. Puede sorprender, pero la vagina carece de terminaciones nerviosas. Todo lo que "siente" la vagina, lo siente porque "se lo presta" el clítoris, que rodea la entrada del conducto vaginal. Por lo tanto, carece de sentido hoy, hablar de distintos tipos de orgasmo. Todos los orgasmos, directa o indirectamente, tienen intervención del clítoris. Incluso es más. La variedad de la obtención del orgasmo femenino, la experimentación, la posibilidad de goce de diferentes maneras, proporciona una idea aproximada de la salud mental, no sólo sexual, de la mujer. Hoy, comienzos del siglo XXI, la salud mental de una persona, es medida por la posibilidad de tener opciones.

martes, 21 de septiembre de 2010

Eyaculación Femenina

Uno de los hallazgos más sorprendentes de los últimos años fue el redescubrimiento del punto G. Con el surgió un concepto aún mas revolucionario, cual es la presencia de una auténtica eyaculación femenina. Es bien sabido que la mujer produce una secreción vaginal al momento de la excitación, que tiene como objetivo lubricar las paredes vaginales para que la penetración no resulte dolorosa. Inicialmente, se creyó que el relato de muchas pacientes en el sentido de que expulsaban un líquido abundante al momento de las relaciones sexuales, hacía referencia a esa lubricación vaginal. 

Sin embargo, varios investigadores se dieron a la tarea de estudiar detalladamente el fenómeno y se llegó a la conclusión que en algunas mujeres, además de la lubricación vaginal, se produce la salida de un líquido a través de la uretra o caño de la orina, al momento de la relación sexual. Este líquido no es orina. Física y químicamente difiere de las características urinarias y su salida a través de la uretra descartan la posibilidad inicial de que sea simplemente lubricación vaginal. La eyaculación femenina acontece justo cuando sucede el orgasmo, sobre todo en las mujeres conocedoras de las técnicas de estimulación del punto G.

Esta información es muy útil a nivel clínico, en el sentido de que algunas mujeres creen que se orinan con las relaciones sexuales y esto les provoca fuertes inhibiciones en su desempeño sexual. Por otra parte, varias pacientes han sido operadas de la vejiga, porque tanto el médico como la paciente creían que se trataba de un caso de incontinencia urinaria.
Sabemos que no es una incontinencia urinaria porque se produce aun cuando la mujer ha orinado antes de la relación sexual. Además, a diferencia de la incontinencia urinaria clásica, esta salida de líquido solo se produce con el acto sexual y no con los esfuerzos físicos.

A nivel vivencial, las parejas presumen que no se trata de orina, básicamente porque esta secreción no huele a orina, y aun cuando es abundante y moja las prendas de cama, no se acompaña de ese olor urinario tan "sui generis". Desde el punto de vista médico, el diagnóstico es relativamente sencillo. Se le pide a la pareja que recoja una muestra del líquido y se analiza microscópicamente para diferenciarlo de la orina.

Hay que ser claros: No todas las mujeres presentan la eyaculación femenina, y en muchos casos es un problema en la retención de la orina. Lo que es cierto es que un grupo considerable de mujeres experimentan este fenómeno, que es visto por ambos miembros de la pareja como un deleite más en el mundo de los placeres del sexo.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Como excitar sexualmente a una mujer

Excitación femenina
La excitación sexual de la mujer es bastante más compleja que la excitación del hombre y más difícil de comprobar.
El hombre tiene rápida respuesta ante los estímulos eróticos lo cual puede verse facilmente debido a que el pene se pone erecto y esa erección será más consistente a medida que la excitación aumente.
Si bien la mujer ofrece ciertas transformaciones a nivel físico durante la excitación sexual, estas, en la mayoría de los casos, suelen ser muy sutiles y se necesita una cierta experiencia para darse cuenta en que momento están ocurriendo.

No se puede escribir un manual sobre como excitar sexualmente a una mujer sin considerar que hay diferentes tipos de mujeres, están las que no tienen ningún tipo de inhibiciones y viven su sexualidad igual que los hombres y aquellas para las que el sexo va indefectiblemente unido a los sentimientos.
Estas últimas, generalmente son las que tienen más dificultades en lograr la excitación y por lo consiguiente el orgasmo.
Estos son algunos consejos para excitar sexualmente a una mujer que conviene tener en cuenta.
El tiempo
Lo primero que se debe saber es que las mujeres necesitan más tiempo que un hombre para alcanzar la excitación.
Un hombre puede excitarse con una simple caricia en el pene o viendo a alguien desvestirse, en cuanto el pene se pone erecto ya está dispuesto para la penetración.
El tiempo que necesita una mujer para excitarse sexualmente, es variable, pero se calcula que entre 10 y 20 minutos, como mínimo.
El romance
La mujer para excitarse necesita entrar en clima lentamente, nada de arrojarsele encima con prisas ya que eso logrará un efecto totalmente negativo.
Recuerda que el hombre reacciona más a los estímulos externos pero las mujeres son más emocionales, si quieres seducirla ponle un toque de romance a la situación.
Besos y caricias
Para excitar sexualmente a una mujer los besos y las caricias son fundamentales.
Las caricias deben ser en todo el cuerpo, si crees que la zona genital y los senos son las partes más erógenas, estás en un error.
Hay mujeres que tienen mucho más sensibilidad en el vientre, las piernas, los brazos, la nuca, la espalda y el cuello, por lo tanto no dejes lugar sin acariciar y vas observando las reacciones.
Nunca comiences enfocando tu atención en la zona vaginal, al contrario demora todo lo que puedas en el resto del cuerpo y déjalo para lo último.
Las palabras
Las palabras tienen mucho efecto para lograr la excitación de una mujer, algo que nunca falla son los elogios sobre el cabello, la piel, los ojos y todo lo que te surja decirle en ese momento.
El lenguaje erótico que tanto excita a los hombres puede causar rechazo a muchas mujeres, lo más conveniente es deslizar alguna palabra fuerte y observar la reacción, si a ella le gusta estás de suerte y encontraste un camino más rápido para llegar al objetivo.
La imagen
El hombre también debe verse sexy para provocar el deseo en una mujer y para ello no se necesita más que una ducha y un par de gotas de algún perfume agradable.
Presta especial atención a tu ropa interior, no importa que tipo de prenda prefieras siempre y cuando te quede al cuerpo y luzca bien.
Por último un detalle importante, cuando te quites la ropa, que sea toda la ropa, ni se te ocurra dejarte las medias puestas, ese sería el error más grande de todos.
Fuente: www.infosexual.net

viernes, 10 de septiembre de 2010

Los secretos inconfesables que toda mujer tiene

Todos guardamos secretos a nuestras parejas; cosas ingenuas, o menos ingenuas, que pueden agrietar los cimientos de la convivencia. Temas que es mejor pasar por alto para no hacer daño al contrario, aunque tengan que ver con una vida anterior a la relación.

Así, se convierte en tabú todo lo relacionado con historias pasadas, especialmente lo que tenga que ver con sexo y amor, lo que habla y hace con las amigas en las salidas nocturnas, las típicas ‘mentirijillas’ que se dicen cuando se inicia una relación para impresionar al contrario.

Aunque sean cosas totalmente inocentes o sin maldad, pueden provocar desconfianza y él los aprovechará para echarlos en cara en los momentos críticos cuando tenga la más mínima oportunidad.

El sexo, un tema complicado
Hay dos grandes cuestiones sexuales que las mujeres tergiversan delante de sus parejas: el número de amantes que han tenido (a nadie le hace gracia descubrir que en su lista hace el número 50) y la calidad en la cama de los mismos, y las cualidades del cónyuge para despertar la capacidad orgásmica. En el primer caso la cifra acaba reduciéndose a la mínima expresión y en el segundo sufre un aumento proporcional al de los gritos y gemidos que salen de la garganta durante el acto sexual.

Es aconsejable confesar sólo el número real de amantes cuando no se supera la barrera de los cinco. A partir de esta cifra es conveniente reducir la lista o, en todo caso, omitir (que no mentir) parte de las experiencias.

Con lo que respecta a los orgasmos, ¡que levante la mano quien alguna vez no ha fingido en la cama! Se comienza con uno en la primera relación con él, para no hacerle sentir mal, y se acaba cogiéndole el gusto, llegando al clímax ficticio tres y cuatro veces cada vez que se hace el amor. ¿Por qué? La presión que ejercen los hombres en la cama para llegar hasta aquí puede bloquear nuestra propia capacidad orgásmica, por lo que la única solución viable, si no se quiere acabar con determinadas partes de nuestro cuerpo echas añicos, es fingir para acelerar el proceso.

Por último, las fantasías eróticas sólo hay que compartirlas cuando él forma parte de ellas. Realmente usted sería incapaz de confesar que el protagonista de su sueño picante ha sido el vecino que hoy se ha presentado en su casa pidiéndole sal. Esto significaría la defunción sexual de la pareja.

Mi ex, ¡un 'amor'!
'Peligroso' también resulta el tema de los ex, más cuando el tiempo ha querido que sigan siendo amigos de ellos. Si no has conseguido de ninguna de las maneras que ambos se lleven bien, lo mejor es no hablar del tema. Ni de su nuevo piso, ni de su nuevo coche, ni de, incluso, sus numerosas novias. Que usted haya superado esta ruptura, no significa que su pareja lo haya conseguido también.

Todo es aún peor cuando su ex suegra, que es un cielo, no para de llamar para tomar café. Ante todo disimular, disimular, disimular…, sin develar nunca que su afán controlador y su reojo malintencionado a usted le sacan de quicio. Las familias políticas suelen ser puntos de desencuentro en las relaciones y causa de muchos divorcios y separaciones.
¿Yo celosa? Nunca
El tema de los celos parece que va implícito cuando se quiere a alguien, y es que es inevitable sentir hormigas en el estómago cuando él no para de hablar de su nueva compañera de trabajo o cuando su ex le llama en su cumpleaños para decirle lo mucho que se acuerda de esos maravillosos momentos que pasaron juntos. Y cuando hablo de hormigas, me refiero a esas rojas de grandes mandíbulas que devoran las entrañas cuando el radar detecta alguna mujer cerca.

También se deben ocultar las locuras que a veces los celos te llevan a hacer, como seguirle en más de una ocasión cuando dice que va al fútbol con unos amigos, o revisarle los e-mails o los mensajitos y llamadas recibidas en el móvil. No es una buena idea comportarse como una espía rusa, pero si no ha podido resistirse a la tentación, no se lo diga si no quieres que no vuelva a confiar en ti.

Un café con las amigas… y algo más
Lo que pasa en las reuniones de sólo chicas, debe permanecer como secreto de estado. Este pacto de silencio hay que respetarlo porque comentarios tontos o ciertas actitudes, pueden llevar a malos entendidos si se sacan de contexto.

Y es que en ocasiones es habitual ‘tontear’ con algún hombre, simplemente para reafirmar ese ‘sex-appeal’ del que gozábamos en tiempos anteriores y que familia, hijos, casa y trabajo insisten en sepultar. Contar esto sería un suicidio conyugal.

Tampoco es aconsejable develar todo lo que se comenta entre amigas. Tonterías del tipo ‘qué bueno está el novio de Elena’ o ‘yo a ese le haría un favorcito’, no necesariamente significa que se esté tramando una infidelidad.